Aquellas personas que dependemos de Dios, a la hora de tomar decisiones, deberíamos poseer la capacidad, en tiempos de crisis, de poder retirarnos –o utilizando un vocablo más actual: "desconectarnos"- cada vez que tenemos que tomar decisiones importantes; ya sean para nuestra vida personal, familiar o ministerial.
A lo que llamamos "retiro espiritual", es un recurso muy útil para "desconectarnos". Pero no basta sólo con "desconectarnos" debemos, a la vez, "conectarnos" con la Fuente de nuestra espiritualidad: Dios.
En el Salmo 63, el autor expresa ese anhelo insaciable que tenía de estar con Dios. Es interesante leer, después del título del salmo, el comentario que lo acompaña: Salmo de David, cuando estaba en el desierto de Judá. Esto nos provee de un mayor significado de los sentimientos expresados por este poema.
David estuvo dos veces en el desierto de Judá. La primera vez, huía del rey Saúl, quien ya abiertamente procuraba su muerte. El historiador en 1º Samuel nos dice que «David se quedó en el desierto en los refugios, y permaneció en la región montañosa del desierto de Zif (dentro de Judá). Saúl lo buscaba todos los días, pero Dios no lo entregó en sus manos» (22.14).
La segunda vez que se encontró en el desierto, es cuando tuvo que abandonar Jerusalén por causa de la rebelión de su hijo Absalón. Dice el cronista de aquel incidente, en 2º Samuel, que el rey, «mientras iba, lloraba con la cabeza cubierta y los pies descalzos. Y todo el pueblo que iba con él cubrió cada uno su cabeza, e iban llorando mientras subían» (15.30).
Ambas escenas: huir por la persecución y exiliarse por la rebelión de su hijo, nos muestran a una persona envuelta en una situación difícil, seguramente, con una profunda ansiedad y angustia personal. Sus decisiones, no sólo le afectarían a David, sino a su familia y su reino. En esas circunstancias exclamará: «Oh Dios, tu eres mi Dios. Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela».
¿Cuál es el principio que se desprende de este salmo? Que es de suma importancia, en los tiempos de crisis (espiritual, familiar, económica, laboral, ministerial, etc.) hacer una pausa lo suficientemente necesaria para entrar en la presencia de Dios y procurar allí el alivio y la orientación que necesitamos. Obtener una perspectiva divina de las cosas, nos permitirá enfrentar las situaciones con un ánimo renovado. Alinear nuestra prioridades con las de Dios, nos concederá experimentar el apoyo del Cielo en toda decisión que tomemos, y podremos exclamar: «¡solamente tú eres Dios, Señor!».
Para meditar
Eugenio Wolyniec